Hay una leyenda judía que nos relata la historia de Honi. Un sabio hombre de edad avanzada que vivía en una cabaña a las afueras de la ciudad de Jerusalén 100 años antes de Cristo. Él era muy conocido por su habilidad de orar por milagros, así que un grupo de israelitas se reunieron afuera de su casa para rogarle que orara por lluvia durante una terrible sequía. Honi salió de su cabaña con su bastón en la mano. Sin decir una sola palabra, comenzó a dibujar un círculo en la tierra, y después se arrodilló dentro del círculo que había dibujado. Por primera vez, él habló, “Señor del universo, juro por Tu Gran Nombre que no me moveré de este círculo hasta que Tú hayas mostrado misericordia sobre tu pueblo.”
De repente, gotas de lluvia comenzaron a caer del cielo y rociaron la tierra. Las personas estaban llenas de gozo al ver la ligera lluvia después de un largo tiempo, comenzaron a cantar y danzar, pero Honi nunca se movió de su círculo, y las personas escucharon que él lloraba. “No he orado por este tipo de lluvia, sino por la lluvia que llenará cisternas (pozos), fosos, y cavernas.”
Inmediatamente, las gotas de lluvia se convirtieron en una tremenda tormenta que hizo que las personas corrieran a buscar refugio para cubrirse de ella, pero Honi nunca se movió de donde estaba arrodillado en su círculo. Nuevamente, las personas le escucharon clamar, “No he orado por este tipo de lluvia, sino por la lluvia de Tu favor y bendición que sanará nuestra tierra.” En seguida, la lluvia se apaciguó y terminó con la terrible sequía.
La oración de Honi nos enseña que las oraciones valientes (intrépidas) honran a Dios y Dios honra esas oraciones valientes. Nos enseña que si nuestras oraciones no son imposibles para nosotros, están insultando a Dios. Una de las revelaciones más significativas que podemos recibir, es que Dios es por nosotros y no contra nosotros. Él es nuestro amigo. (Romanos 8:3) No hay nada que nos mantenga de rodillas como un sueño imposible que solo Dios puede realizar. Nuestras oraciones son proféticas porque, al final de cuentas, lo que llegaremos a ser se determina por cómo oramos. El guión de nuestras oraciones se convierte en el guión de nuestras vidas. John Wesley dijo, “Dios no hará nada a menos que sea la respuesta a una oración.” Una de las tragedias más grandes en la vida, es que las oraciones se queden sin respuesta o no sean respondidas, porque nunca son pedidas. El 100% de las oraciones que no presentamos ante Dios no son respondidas porque no las oramos, pero la respuesta de Dios a nuestras oraciones no está limitada a nuestra debilidad humana. Oramos por ignorancia, pero Dios responde con sabiduría. Está es la razón por la que se nos promete el Espíritu Santo cuando oramos (Romanos 6:26).
Dibujar círculos de oración no es algún tipo de truco de magia. Los hacedores de círculos aprenden el arte de reclamar las promesas dadas por Dios, los sueños dados por Dios y tomar las oportunidades que Dios nos da. Su mandato debe volverse nuestro anhelo, o terminaremos caminando en círculos en lugar de dibujar círculos de oración. Dibujar círculos de oración comienza con discernir la voluntad de Dios. Hasta que la voluntad de Dios se convierte en nuestro anhelo santo, nuestra vida de oración llega a ser más poderosa. Obtener lo que deseamos, no es el objetivo. El objetivo es glorificar a Dios al dibujar círculos alrededor de las promesas, milagros, y sueños que Él tiene para nosotros.
Cuando Israel entró a la tierra prometida, Dios le dijo a Josué, “todo lugar que pise la planta de vuestro pie os he dado…” (Josué 1:3 LBLA) Los milagros son el resultado de las oraciones que hacemos. Dios no lo hará si nosotros no oramos. Una vida incompleta es el resultado de nuestra falta de oración. “No tienen, porque no piden” (Santiago 4:2 NVI). Dios quiere que construyamos una relación de confianza con Él, y una vida de oración es una de las mejores maneras de conocer a Dios.
Algunas personas creen que porque Dios ha prometido algo, automáticamente sucederá, pero incluso las cosas que Dios prometió, Él nos invita a participar para cumplir sus promesas. Dios le dio al profeta Ezequiel muchas promesas específicas para Israel, y después Él dijo, “Aún permitiré a la casa de Israel que me pida hacer algo para ellos,” (Ezequiel 36:37). La única manera de conocer a Dios es por medio de la fe, y una de las mejores maneras para que nuestro compromiso crezca es por medio de las oraciones que han sido respondidas.
¡Aprendamos el arte de dibujar círculos de oración!
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