Jesús dijo que Él no solo estaba orando por Sus discípulos quienes habían creído en Él, Él también estaba orando por aquellos que en el futuro creerían a causa del testimonio de Sus discípulos.
“Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sión, éramos como los que sueñan.” (Salmo 126:1 LBLA) Este versículo habla sobre la ocasión en que los israelitas regresaron de Babilonia. Lo que estaba pasando parecía demasiado bueno para ser cierto; era como un sueño.
En los ultimos días de su vida, el sabio Honi buscó encontrar la respuesta a esta pregunta; ¿Es posible que un hombre sueñe continuamente por 70 años? En algún punto en nuestras vidas la mayoria de nosotros dejamos de soñar, dejamos de vivir de nuestra imaginación y comenzamos a vivir de nuestros recuerdos. En lugar de ayudar a crear un futuro mejor, comenzamos a vivir de nuestro pasado. Dejamos de vivir por fe creyéndole a Dios por un mejor mañana, y comenzamos a vivir por nuestra lógica natural de nuestras experiencias del ayer.
Dios es honrado por nuestros grandes sueños. La pregunta que tenemos que hacernos es; ¿Están creciendo mis sueños o haciéndose más pequeños? El día que dejamos de soñar es el día que comenzamos a morir. Mientras crecemos debemos de permitirle a nuestra imaginación sobrepasar a nuestra memoria y seguir soñando.
No llegamos aquí por nosotros mismos; alguien nos ayudó. Alguien oró por nosotros. Hay vida espiritual en nuestras oraciones. Nuestras oraciones nunca mueren. Jesús le dijo a Sus discípulos que ellos estaban entrando a una cosecha la cual alguien más había sembrado. “Yo os envié a segar lo que no habéis trabajado; otros han trabajado y vosotros habéis entrado en su labor.” (Juan 4:38 LBLA)
Cada oración que oramos es como una semilla la cual es plantada. Alguien nos dio la semilla la cual plantamos, sin su ayuda no habría nada que plantar. La semilla desaparece en la tierra por una temporada pero reaparece en una nueva forma de vida desde la tierra. No solo nosostros nos rejocijamos sino que también quienes nos dieron la semilla para plantar se alegran con nosotros en la nueva cosecha. “…para que el que siembra se regocije juntamente con el que siega.” (Juan 4:36 LBLA)
Jesús nos prometio que si nos ponemos de acuerdo en oracion milagros sucederían. Esta promesa no solamente es buena para las oraciones hechas en este día; también aplica para las oraciones las cuales fueron hechas en el pasado. Hay muchas oraciones las cuales fueron hechas años atrás que están esperando a alguien que se ponga de acuerdo con ellas. (Mateo 18:19)
La semilla que sembramos no solamente nos bendice, también bendice a las futuras generaciones. El sabio sensato, Honi se encontró a un hombre plantando un árbol de algarrobo. Mientras que observaba al hombre trabajar, le preguntó cuántos años le tomaría al árbol de algarrobo crecer y el hombre respondió, se llevaría 70 años. Honi entonces le preguntó si él creía que viviría lo suficiente para comer del fruto del árbol, y si no ¿por qué estaba plantando el árbol? El hombre le respondió, “he comido el fruto de muchos árboles de algarrobo los cuales mi padre y mi abuelo plantaron. Estoy pagando una deuda que tengo al plantar árboles de algarrobo de los cuales mis hijos y mis nietos comeran.” Hay gran sabiduria en esta historia. Las oraciones que hacemos hoy bendeciran a las futuras generaciones.
Cuando oramos nuestras oraciones salen del tiempo del mundo y el espacio en donde vivimos y entran en una esfera espiritual, es decir en un campo espiritual. La oración no tiene restricciones de espacio o tiempo porque el Dios que responde nuestras oraciones habita fuera del tiempo y el espacio que Él creó. Nunca debemos subestimar la habilidad de Dios para revelarse en cualquier momento en cualquier lugar. No sabemos cuando Dios hará algo inesperado.
El problema que nos frusta es, que queremos que nuestras oraciones sean respondidas rápidamente. Queremos una respuesta instantánea; es como una oración de microondas. Necesitamos desarrollar la paciencia de un plantador y la mentalidad de quien siembra semillas. La clave para soñar en grande y orar sin cesar es pensar a futuro.
No sabemos quien va a ser afectado por nuestras oraciones. El bebé por el cual estamos orando en este día podría ser el próximo pastor de la generación.
Reviews for Hacedores de círculos: Lección 6